Hace poco tiempo arranqué una charla virtual con esta definición: “la planificación está sobrevalorada”. Generó mucha controversia. Me quedó dando vueltas el tema y hoy, que me invitaron a escribir una columna, decidí que es momento de ahondar más.
“Mi experiencia me dice que los cambios en el contexto son tan rápidos que no llegas a terminar un ciclo de planificación y algunas variables ya empiezan a estar desactualizadas”
No es nuevo el concepto de VUCA world (Volatilidad, Incertidumbre, Complejidad y Ambigüedad son las características que lo definen por sus siglas en inglés). Sobre este concepto que lleva varios años, llegamos al año 2020 con una pandemia que potencia esta idea. Sumemos un filtro adicional: vivo en Argentina.
Como movernos en este contexto tan cambiante? Los defensores de la planificación, te dicen que tenemos que tener Plan A, Plan B, Plan C, etc y de esa forma vamos a estar preparados para lo que venga.
Eso sería ideal si el costo de armar y alinear los planes es nulo. Pero nada es gratis y toda esa planificación tiene un costo. El del tiempo de la organización. No solo el tiempo que dedicamos al proceso sino el tiempo que no dedicamos a otras cosas como ejecutar, a estar en contacto con los consumidores o clientes.
“¿Y si enseñamos a disparar al que está cerca del blanco? ¿Y si reemplazamos toda la energía puesta en la planificación por tener una dirección y estrategia clara para que los equipos sepan en que condiciones tienen que “disparar”?”
Mi experiencia me dice que los cambios en el contexto son tan rápidos que no llegas a terminar un ciclo de planificación y algunas variables ya empiezan a estar desactualizadas. A veces es el tipo de cambio, a veces los costos, a veces la demanda. Y no importa cuantos planes armemos, la realidad siempre nos sorprende con un escenario distinto y nos obliga a ajustar los planes.
La construcción de los planes está más asociada a una necesidad de sentir el control sobre un presente cada vez más volátil, que a un ordenamiento real de acciones concretas a tomar. Ni que habar con este 2020 donde la planificación quedaba obsoleta en menos de una semana.
Como hacemos para avanzar las organizaciones con este contexto? Nos quedamos de brazos cruzados y dejamos que la realidad nos pase por arriba? Qué pasaría si formamos organizaciones con una estrategia y dirección clara, delegamos y confiamos en que la gente que está más en contacto con los desafíos tome las mejores decisiones posibles?
En este contexto que cambia tanto, quien es la persona mejor preparada para tomar decisiones? Si la decisión se tomá muy arriba en la organización, para cuando los planes A, B y C lleguen a la persona que tiene que tomar la decisión, el contexto ya puede haber cambiado.
Esto sería el equivalente a hacer tiro al blanco con un blanco móvil pero con algunas variantes: el que dispara tiene los ojos tapados y el mensaje llega a través de una cadena de 10 personas donde solo el primero es el que ve donde está el blanco. El resto de la cadena, transmite el mensaje del primero pero cada uno le agrega su pensamiento de dónde va a estar el blanco a futuro. Para cuando el mensaje llegó al que dispara, el blanco muy probablemente se haya movido. Algunos dirán, ¿y si hacemos que el mensaje vaya más rápido?¿y si mejoramos la capacidad de adivinar donde va a estar el blanco?
Yo propongo, ¿Y si enseñamos a disparar al que está cerca del blanco? ¿Y si reemplazamos toda la energía puesta en la planificación por tener una dirección y estrategia clara para que los equipos sepan en que condiciones tienen que “disparar”?