En una de sus recientes columnas, Santiago Bilinkis, emprendedor, tecnólogo y autor de varios libros, habla de que los conceptos de “real” y “virtual”, de “presencial” y “remoto”, entre otros, ya no van a tener sentido. ¿A qué se refiere?
“En este momento se está hablando mucho del metaverso”, dice. “La gente confunde el metaverso con la realidad virtual, esto de ponerse un visor y trasladarse a un mundo más o menos realista que no existe. Pero en realidad el metaverso es otra cosa. En paralelo con la realidad virtual, tenemos también lo que llamamos realidad aumentada que es agregar objetos virtuales al mundo real. Vos por un lado tenes el mundo virtual y por otro el mundo real. Lo que va a pasar cada vez más es que vas a ir viendo objetos reales en el mundo virtual. En vez de que entres a realidades aumentadas y veas avatars como muñequitos y objetos pixelados, vas a ver objetos realistas insertos en mundos virtuales.”
También, sigue, “está pasando con la realidad aumentada que podes ver objetos virtuales en el mundo real. Por ejemplo, doy una clase y pongo a flotar el sistema solar mientras lo explico y los chicos lo ven. A medida que vaya pasando cada vez más – objetos virtuales en mundo real y objetos reales en mundo virtual -, va a llegar un momento en que los dos mundos convergen. El concepto de virtual o real va a perder sentido porque va a haber de las dos cosas en todos lados”.
Sumado a ello, desde su visión va a desaparecer el sistema de presencial o remoto “porque si tengo un avatar tuyo o algo totalmente realista al lado mío, ya no es remoto, aunque no estés físicamente ahí. El metaverso es la convergencia o confluencia del mundo real y virtual para configurar una única realidad mixta”.
En cuanto a cómo estas ideas se pueden traducir al marketing,Bilinkis plantea que “esto cambia todo. Hoy en día, muchas marcas siguen confundidas con que el metaverso es la realidad virtual y tratan de armar su presencia ahí. Está mal pensado. Se trata de poder incluir productos reales en mundos virtuales y productos virtuales en el mundo real. Obviamente hay limitaciones porque no todos los objetos son virtualizables, pero hay que empezar a prepararse para esa confluencia y no sólo pensar una presencia ahí”.
Según Santiago, el mundo va a cambiar de manera mucho más profundo a lo que imaginamos y hay pocas personas viendo y trabajando estos temas. Por eso, remarca: “es importante hablar para acercar y que se vuelva más sencillo de entender cambios y conceptos como IA o criptomonedas, por ejemplo. La visión generalizada de las marcas es errónea, la mayoría de las personas no están preparadas y las compañías tampoco”.
En cierto punto se podría pensar que esta dificultad por parte de las organizaciones para adoptar nuevos conceptos impide la innovación. En realidad, dice el tecnólogo, “las compañías evolucionaron en un contexto de negocio mucho menos cambiante que el actual. En un entorno así, la clave del éxito era encontrar una fórmula que funcione. Una vez que la encontrabas, el siguiente paso era construir una estructura corporativa que aplique esa fórmula de manera consistente y sin cuestionarla. En un contexto así, los innovadores son un estorbo que te sacan de foco y te distraen de ejecutar la fórmula de éxito de manera consistente”.
Hoy las reglas de juego son otras. “La receta que te hizo exitoso hasta acá es la misma que te puede matar en los próximos 5 años si no sos capaz de adaptarte”, sentencia. “Pero ni las personas ni las organizaciones tuvimos tiempo de cambiar el chip y seguimos caminando por terreno conocido. Esto no es otra cosa que la resistencia al cambio, que no es un defecto o error, es una característica profundamente humana. El gran desafío que tenemos es cambiar la cultura y la metodología de las organizaciones”.
Las marcas enfrentan un contexto de altísima incertidumbre. “Un poco por esto de ser tan cambiante, por tecnologías nuevas que aparecen, por cambios más veloces en los hábitos de los consumidores”, enumera Bilinkis. “En un contexto estable uno puede planificar, mirar el escenario y encontrar un plan de acción. En un mundo más cambiante es difícil acertar qué es lo que va a funcionar. Uno de los temas que es importante incorporar es una metodología de experimentación constante. En vez de tratar de deducir qué es lo que los consumidores van a querer, hay que estar constantemente diseñando, haciendo pruebas, aprendiendo y retroalimentando hipótesis a partir de aprendizajes empíricos”.
Tratando de vislumbrar el escenario futuro, el emprendedor analiza los cambios de IA, todo lo que está pasando con la generación de texto, de imagen y de video a partir de texto. “Es una locura y está cambiando mucho todo”, expone. “El lanzamiento del ChatGPT fue el 30 de noviembre del 2022, lleva pocos meses, y estamos todos tratando de entender cómo sacarle provecho, qué cosas ya no va a ser necesario hacer, qué trabajos van a tener que cambiar. Estamos viendo la punta del iceberg de una tecnología que recién emerge con una fuerza bestial y es difícil imaginarse dónde vamos a estar en un año”.
“Lo que seguro vamos a estar es desajustados”, plantea. “Porque las organizaciones y las personas somos muy lentos en incorporar cambios, tenemos mucha tendencia a volver al camino conocido. Los incentivos están mal puestos en las organizaciones por la herencia de que no queríamos gente que cuestione la fórmula de éxito, sino que la aplique, y eso atrajo un perfil particular de personas. Tenemos un desafío colosal de acá en adelante. Hay que transformar la cultura y las metodologías de las organizaciones para lidiar con este nuevo escenario”.
Y en dicho terreno, las skills que se requieran puede que no sean las mismas. “Quizás el cambio más grande es que no se trata de pasar de un antiguo conjunto de habilidades A a un nuevo conjunto de habilidades B, sino pasar de un blanco fijo a uno móvil”, analiza Bilinkid. “El atributo más importante no es dejar atrás las habilidades del pasado y adquirir nuevas, sino adquirir la capacidad, la disciplina y el hábito para estar cambiándonos y aprendiendo cosas nuevas de manera constante”.
Desde su punto de vista, la idea de que la vida adulta esté armada alrededor de una etapa de aprendizaje muy importante (la adolescencia y cuando vamos a la universidad) y después dejemos por completo de estudiar, no va a funcionar más. “En un mundo que cambia muy rápido, una persona no puede aplicar a los 45 los conocimientos que adquirió a los 25”, enfatiza. “A los 45 uno tiene que aplicar los conocimientos que adquirió a los 44,9. Eso requiere tiempo y esfuerzo. Hoy eso no está incorporado en la vida adulta ni en la dedicación y tiempo destinado en las organizaciones, donde la mayoría de las empresas tienen 2 o 3 días de entrenamiento por año. En este momento, para mantenerse actualizado, la gente debería definir medio día a la semana para aprender cosas nuevas”, concluye.